Thursday, August 28, 2008

LOS ANILLOS DE SATURNO


Los anillos de Saturno
W.G. Sebald.
Editorial Debate
1era edición, 2000.
Traducción de Carmen Gómez y Georg Pichler

Uno de los epígrafes de "Los anillos de Saturno" da una breve definición de éstos: "Están formados por cristales de hielo y por lo que se supone partículas de polvo de meteorito que giran en torno al planeta en trayectorias circulares, describiendo una órbita que se sitúa a la altura de su ecuador. Probablemente se trata de los fragmentos de una luna anterior que, demasiado cerca al planeta, se desintegró por la acción de las mareas de Saturno". Transcribo este fragmento porque resume la apuesta del libro. W.G. Sebald (1944-2001), autor Alemán, muerto de un infarto mientas conducía su auto, fue un escritor interesado en lo fragmentario, en la memoria de los muertos, en el viaje no como medio sino como motivo de reflexión y de búsqueda. Así, en "Los anillos de Saturno" Sebald resucita la figura del Flaneur de Baudelaire, el viajero cuyo objetivo es deambular, seguir un trayecto sin itinerario seguro. "Los anillos de Saturno" se conforman de historias pequeñas, como los cristales de hielo que rodean al planeta, hilvanadas entre sí por el viaje. Sebald inicia su excursión por territorio inglés motivado por "la esperanza de poder huir del vacío que se estaba propagando en mí después de haber concluido un viaje importante". Mezclando la biografía, la crónica de viaje, la reflexión, incluso la fotografía, Sebald rinde homenaje a la curiosidad, hurga en las vidas de autores como Joseph Conrad, Chateaubriand, Borges, Thomas Browne. De este último (escritor del siglo XVIII cuya obra más emblemática fue Hydriotaphia, una reflexión sobre los ritos funerarios) toma el ejemplo para trascender los géneros, para ejercitar una aguda observación, la capacidad de disertar sobre el cuerpo humano a través de un cuadro de Rembrant, la condición humana a través de una estancia en el hospital. A través de las distintas etapas de su viaje inglés, vemos a Sebald hospedarse en hoteles, pidiendo aventón, sacando fotos de casas desvencijadas que aún muestran signos de su antigua opulencia. Sebald es el anticuario que sale a la caza de pequeñas historias, sucedidas hace mucho tiempo; lugares que gozaron de fama pero que ahora lucen derrotados por el tiempo. Seguimos leyendo y nos enteramos de un campesino obsesionado por construir una reproducción a escala del Santo Sepulcro, también está el amor imposible de Chateaubriand, la cría del gusano de seda en Europa. Como los anillos de Satuno, las historias de Sebald, se fragmentan, pero se mantienen unidas, gravitando alrededor de la reflexión y la curiosidad

Alejandro Badillo

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Monday, August 18, 2008

VIDAS MINÚSCULAS DE PIERRE MICHON



Vidas minúsculas
Pierre Michon
Seix Barral, Biblioteca Breve
1era edición, 1999.
Traducción de Flora Botton-Burlá


Pierre Michon (Cards, Francia 1945), es un autor poco conocido en Latinoamérica. Recluido en su ciudad natal, comenzó a publicar en la madurez. A pesar de tener una vocación firme por la escritura Michon estuvo largos años en silencio, abandonado al alcohol y a los barbitúricos. “Vidas minúsculas”, publicado por la prestigiosa editorial Gallimard cuando el autor tenía 38 años fue el primer fruto de los años de contención y búsqueda. “Vidas minúsculas” es un recuento de ocho biografías, vidas que poco a poco se van entretejiendo con la del escritor. Así, Michon cuenta fragmentos de su vida a través de la reconstrucción de otras personas. Las biografías son relatadas con una prosa que sirve como instrumento que potencia la búsqueda y la memoria. Las palabras y las imágenes de “Vidas minúsculas” encuentran siempre la grandiosidad que contrasta con la derrota de los personajes retratados. Michon hace de la humillación una alegoría, un tránsito místico a la muerte. En “La vida del tío Foucault” el alter-ego de Michon sufre una golpiza debido a una farragosa noche de alcohol. En el hospital, mientras se recupera, encuentra a Foucault, un hombre que sufre cáncer en la garganta y que se opone a que lo trasladen a Villejuif, un hospital donde podrían atenderlo mejor y salvarle la vida. Al paso de las páginas el lector se entera de la verdadera tragedia de Foucault: es analfabeto. La ausencia de la palabra, ese desconocimiento fatal, es una humillación suficiente para atarlo a la cama y negarse al traslado. El narrador, escritor frustrado que busca la perfección del lenguaje pero que siempre naufraga ante la página en blanco, compara su sequía con la de Foucault: “Él era más escritor que yo: prefería la muerte a la ausencia de la letra”. La biografía minúscula de Foucault es, quizá, la más representativa del libro porque resume las inquietudes de Michon: la incesante búsqueda de la palabra perfecta, la biografía ajena para contarse a sí mismo, la humillación como arma redentora. “Vidas minúsculas” también se nutre del ensayo, de autores como Rimbaud y Faulkner, utilizados como referencia para una prosa que busca la expansión de la poesía pero también como leit motiv de las biografías. En “Vida de André Dufourneau” asistimos a la decisión de un hombre carente de medallas y blasones a abandonar Europa e internarse, como el precoz poeta francés, en África. No se vuelven a tener noticias de Dufourneau. El narrador sólo puede aventurar su muerte, a reconstruir el final de su vida con la palabra. Pierre Michon, a lo largo de su primer libro, se muestra como un pintor que busca en todo momento la expresividad del lenguaje, la reflexión y la memoria.


Alejandro Badillo

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