Thursday, February 23, 2006

Esa enfermedad de los árboles


Esa enfermedad de los árboles, laberintos casi perfectos, es algo que vi alguna vez antes. Pero entonces ensayaba las dedicatorias en hojas amarillas y tratados del silencio. Era el tiempo de las cartas sin fecha, de los actos de magia y los encuentros de piedra. Habitantes desde entonces, dijiste. Y te creí. Una quinta estación de lluvias bajo la piel, gotas en un volumen de Lezama en una plaza desierta a las dos de la mañana. Los puentes, los jardines de piedra, las canciones compartidas, todo quedará grabado en un espejo de hoja triple. Habré de cambiar de nombre por deseo propio y sentirás entonces la nostalgia de los cielos italianos. Un libro de pasta verde será la respuesta a todas las preguntas. A las de todos, a las tuyas. Dios hecho silencio se posará sobre nosotros.

***


Tomas apuntes de ti misma, inventas un alfabeto. Alguien dice que lo importante
son las pieles, sin embargo tú guardas en el clóset los recuerdos y te vistes
con uno distinto cada día. Cuando la noche es el mejor amante, es tu sexo el lugar
al que vuelven los insectos. Te quitas los zapatos, caminas descalza. A tres puertas es tan
fácil culpable. Abres los ojos para no verte. Maldices ese color, la palabra tarde, los
aretes cortos, el momento en que cruzó la puerta.
Maldices la bóveda, a Bach, a Paganini. Es tan fácil sentirse culpable, repites. En
la mente las cosas suceden de otra manera: es la partitura secreta del violinista,
la ciudad extranjera a la que siempre se vuelve.

***

Hay carteles con nuestros nombres por todas partes. Sin título. Bastaría olvidar lo
aprendido, abrir el libro en la misma página, inventar un pasamanos para volver.
Sería suficiente entrar a una habitación conocida con la certeza de nunca antes
haber estado en ella, desconocerse en la ropa de todos los días, en el cuerpo de la
mujer que duerme de espaldas a ti.
No te repitas, no memorices. Te lo dirán todo las paredes, los cabellos en el piso,
los buenos días que desearías vinieran de otros labios.
Desparecerán de las calles los carteles, la ciudad olvidará con la lluvia los
momentos compartidos tirados al suelo.
Recordarás esto como se recuerda una película con mal sonido, una reproducción
pésima de un cuadro de Renoir.

2 Comments:

Blogger Judith Castañeda said...

Más poesía, mi estimado??? Muy buena. Tendré que hacer una sesión espiritista para que el gurú no te jale las cobijas por la noche.

12:29 PM  
Blogger Alejandro Badillo said...

No es mía. La publicó el gurú hace un buen de tiempo de tiempo en Catedral. Se había equivocado con el nombre de la poeta, así que quedó como anónimo. Salud.

9:17 AM  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home