Monday, February 27, 2006

LO SAGRADO Y LO PROFANO


Sagrado y profano forman parte de una diafrismo ancestral en el que también se incluyen los términos puro e impuro, limpio y sucio, lícito y prohibido. Pero la boca que los dice es siempre una y la misma. "La pureza no existe" anota Vladimir Jankelevitch, "y no obstante, define nuestra vocación. En todo el género humano, como en toda la humanidad, nadie es puro, jamás lo ha sido ni nunca lo será, nadie, ni siquiera un santo, nadie y ni siquiera por milagro, y, a pesar de todo, el deseo de pureza alza obstinadamente su protesta en nosotros contra los fracasos, los desmentidos y las decepciones de la experiencia." Tal vez esa inexistencia proceda de que somos un mixtum, un compositum, y toda purificación (palabra que nace del pirós griego y alude tanto al ardor del fuego como a la pasión irresistible) busca el unum, una suerte de definitiva simplificación por lo demás imposible de hallar en medio de los confusos amores y dolores de la especie. Ciertamente es el fuego el elemento que separa el perfume del miasma, lo sagrado de lo profano, pero el fin secreto de toda purificación es la pira donde expira el deseo.

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