El COFRE
Antes de volver a la selva encontramos un cofre abandonado, cerca de unas rocas. Rodeamos nuestro descubrimiento con alegría. Al abrirlo un olor a tabaco provocó estornudos, náuseas, risas huecas. En el fondo, tras un manojo de peces muertos, un atado de papeles reposaba humedad y moho. La tinta se había corrido sobre las hojas y hacía imposible la lectura, sin embargo, algunos fragmentos sobrevivían y había en ellos descripciones de hombres sin orejas, detalles del sistema digestivo de una variedad de planta carnívora, registros minuciosos sobre la aguda inteligencia de los pulpos. Al levantar el atado se desprendió una hoja, al parecer la última anotación de un diario
Alejandro Badillo
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