Friday, June 15, 2007

HOTEL KAFKA






En españa hay una escuela de escritores llamada "Hotel Kafka" mejor nombre no pudieron haber encontrado. Me imagino pupitres de madera, con insectos usurpando la paleta y el asiento. Cuando leí la metamorfosis no alcanzaba a identificar el tipo de insecto en que se había convertido Gregor Samsa, por la descripción que da de sus patitas me hacía pensar en una especie de cochinilla. Me provocaba escalofríos cuando hablaba de su vientre blando, de su dificultad para moverse. La iconografía Kafkiana ha optado en muchos casos por retratar a Samsa como una cucaracha, quizá porque es más identificable, porque da una idea de repugnancia, el escalafón más bajo y repugnante. Kafka debió sentirse cucaracha atrapado en su trabajo de oficinista, viajando en tranvía todos los días a su trabajo. Vladimir Nabokov, vivió durante algún tiempo en Berlín, exiliado con su familia por la llegada al poder de los Bolcheviques. Para llegar a su trabajo abordaba el tranvía Berlín-Litchterfelde, el mismo que tomaba Kafka. Nabokov nunca lo abordó, no sabía que esa persona era uno de los escritores que influirían de manera decisiva la literatura del siglo XX. Sin embargo el encuentro anónimo con Kafka en el tranvía fue tan significativo para él que años después recordaba: "No se puede olvidar aquella cara, su palidez, la tirantez de la piel, aquellos ojos tan extraordinarios, ojos hipnóticos reluciendo en una cueva" Años después reconocería al pasajero en el tranvía mediante una foto. Nabokov, después de abandonar Alemania, llegó a Estados Unidos donde dedicó gran parte de su tiempo a dar clases. En su curso de Literatura Europea, extracto de sus clases y conferencias,disecciona "La metamorfosis". Además de los esquemas de rigor, donde analizó personajes y claves de la historia, hizo dibujos de lo que, según él, pudo haber sido la apariencia del insecto Samsa y que parece una especie nueva de animal, una cruza entre cucaracha y escarabajo. Cierro el anuncio de Hotel Kafka e trato de imaginar un interminables recorridos en algún tranvía, hombres pérdidos entre otros, mezclados en la multitud. Uno de ellos,de ojos extraordinarios e hipnóticos baja la vista, examina con detenimiento la figura de un insecto.

Alejandro Badillo


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