Las intermitencias de la muerte
Acabada la lectura de la novela me deja buen sabor de boca. Buscando en la red he encontrado algunas opiniones desfavorables. Concuerdo en algunas incongruencias o, para ser más claros, en ciertos trucos utilizados en la primera parte del libro. Aunque no saltan tanto por la atmósfera, la falta de referencias de la ciudad que le da un toque de fábula. Los detractores hablan de una falta de continuidad en la primera parte, donde vemos a la ciudad trastornada por la huelga de muerte y la segunda, donde la muerte vuelve a trabajar con una variante : avisa por el correo postal (en una carta dentro de un sobre violeta) , con una semana de anticipación, la muerte del destinatario. El correo falla y un violonchelista a punto de cumplir 50 años no recibe la carta. La muerte se enfrenta a un problema inédito y su encuentro con el hombre es a mi juicio una de las partes más logradas de esta novela-ensayo. Tal vez por eso acusen falta de continuidad cosa que no me parece. A pesar de retratar a la muerte como esqueleto, sábana y guadaña, libra el lugar común en la transición corporal, la aparente ubicuidad de la muerte enfrentada a una habitación, retada ante un violonchelista que, sin saberlo, se ha librado de morir. En general, buen libro...
Alejandro Badillo
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