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Es de noche. Las luces de las lámparas atraen a decenas de escarabajos nocturnos. Sus cuerpos obesos zumban, chocan una y otra vez contra los ventanales. Tres figuras bostezan, observan a los insectos en silencio; una de ellas voltea, ve con insistencia la cama vacía de al lado. Uno de los escarabajos abandona el grupo, dirige su vuelo bamboleante hacia los límites del jardín, cruza entre el vello blanco de las ortigas. Jeremías dedica una mirada aturdida al rastro de sangre que gotea en las baldosas. El escarabajo gana altura, pareciera que se guía por los postes de luz; sus alas reflejan las luces neón que pueblan las azoteas. Al acabar la hilera de postes desciende un poco. La ciudad ha terminado y sólo quedan apéndices, ramificaciones que la conectan con otras ciudades. El profeta alisa con dedos tiesos su barba, recuerda gritos, vidrios rotos, el silencio que cubre el pabellón y que disfraza de profecía incumplida. El niño mueve el cuerpo entre las sábanas. El escarabajo sigue las líneas punteadas de un camino solitario. Después de unos minutos, exhausto, cae al asfalto. Esconde las alas aunque no puede evitar que algunas queden desparpajadas bajo el estuche del caparazón. La figura caída de un hombre descalzo proyecta una débil sombra. El insecto trepa por los pliegues de la bata azul, curiosea entre los cabellos empapados en sangre, la nariz rota, los ojos fijos en algún punto del cielo. En el ala oeste del edificio tres figuras azules duermen. El jardín, antes inmóvil, es recorrido por un viento ligero. El escarabajo agita las alas, dirige el vuelo hacia un poste, asciende lentamente hasta perderse en la luz de una lámpara.
1 Comments:
Figuras de Azul, excelente fragmento, mi estimado.
Suerte!!!
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