Wednesday, April 30, 2008

Más sobre Crítica

CARTA ABIERTA
Opinión al conflicto entre Grupúsculos

Por medio de la presente y mediante el título de “trabajadores autónomos de la palabra” el medio de escritores jóvenes y no jóvenes que no pertenecemos al oscuro conflicto entre grupúsculos (porque seamos sinceros, este es un conflicto entre el grupo de Alí Calderón y el grupo, no de Crítica, sino de la que es considerada “la generación poética más sólida de Puebla”, me refiero a la generación del 50) intentamos verter nuestro sentir por medio de esta carta, pues entendemos que, sino es por este medio, nuestras voces literarias (lánguidas si se quiere, pero al fin voces.) parecieran no existir.
En el reclamo (injustificado) del señor Alí Calderón conviven a nuestro parecer dos ingredientes a subrayar, el primero tiene que ver con desestabilizar a la revista de la universidad (Crítica), y el segundo, una vez desestabilizada ésta, ascender (el grupúsculo del señor Alí ) a la dirección de la misma; lo cual, significaría no sólo un retrazo de la revista en sí, sino (y atendiendo, a la poética que pregonan los integrantes de este grupo) un atraso en la literatura misma de la Ciudad de Puebla.
No hace mucho, uno de los integrantes del grupo de Alí Calderón, andaba pregonando que si se quería ser poeta, los aspirantes a tal oficio, deberían unirse al grupo de Alí Calderón, porque de otra manera, sería prácticamente imposible.
Lo que ignora este grupo (concienzudamente), es que existe gente que cree en la literatura libre. Existe gente que no se abalanza sobre el dinero y los títulos que otorga el estado, incluso, combatimos dichas fuentes que no son más que partes constituyentes de la dinámica a la que Vargas Llosa entendía como la “Dictadura Perfecta” (refiriéndose Llosa al sistema político-cultural de nuestro país).
Al parecer los sueños de poder de Alí Calderón no son suficientes con haber ya tomado injerencia dentro del Colegio de Lingüística y Literatura de nuestra universidad, pues forma parte ya de la plantilla docente (lo cual encontramos rozando ya en lo grotesco, pues, a nuestro parecer, no tiene la preparación, ni la elucidación, que sólo los años brindan, habría que preguntarle a nuestro Rector si ¿esto es la excelencia académica?) así como también la organización de los congresos de literatura, ahora este señor quiere tomar la revista para entonces sí hacer su elite literario; debemos estar pendientes al trazo que se está evidenciando con esta exigencia, pues da lugar a preguntarnos, que si hoy el grupo de Calderón reclama la revista Crítica ¿qué reclamará el día de mañana? ¿Acaso el fomento editorial de nuestra universidad?
Más el señor Alí, no debe olvidar que abundan los grupos literarios, cuya única aspiración es encontrar solidez en su voz, a la vez, de liberar la literatura de esos tumores malignos que acaparan el trabajo de la palabra.
Al parecer la afectación de haber nacido en cuna de oro o cuna de libros, le es suficiente al señor Alí Calderón, para no pasearse por las calles de la Angelópolis y observar que hay gente comprometida con la literatura. No está de más mencionar algunos grupos como el caso de Oclesis, Fuerza del pueblo, Suicidio colectivo, Circulo de Lovecraft, Guillermo Carrera, Gabriela Puente, los compañeros del Colegio de Lingüística que no pertenecen a ningún grupo etc.
Hablar de la poética del Grupo de Alí Calderón, sería una perdida de tiempo (que quede subrayado que dicha poética está lejos de representa un avance de la literatura en Puebla, y sí, implica un retroceso a la ortodoxa silueta del cisne) En cuanto a esta desfachatez de jactarse del currículum, habría que decirle al señor Alí que no está libre de especulaciones, tanto de su persona como de su grupo, que hacen suponer toda una corruptela del sistema de premiaciones (claro, hablamos de los jurados) baste recordar su declaración cuando presento su primer texto, la cual se llevo a cabo en profética: “ Yo no sé porque han premiado este texto, pues fue el resultado de una tarde en la que estaba que me llevaba, porque una chica me había dicho que no” y en efecto, señor Alí, el poemario es eso, no vale la pena, es como leer los versos de un Vicente Quirarte adolescente, pero en fin, mejor leamos directamente a Quirarte.
En cuanto a Crítica, debemos señalar, que si la revista no publica textos de unas cuantas personas, es debido a dos cosas, primero, porque los textos no publicados no corresponden al perfil de la misma, y segundo, porque los textos no cuentan con la calidad suficiente (debo decir que a más de uno de nosotros, la revista Crítica nos ha rechazado textos, sin dejar de hacernos ver nuestra deficiencias explícitamente literarias, y no como argumenta el señor Alí Calderón, esto es que tenga que ver con luchas generacionales; por cierto en esa revista se rebasa dicho conflicto generacional, pues hay gente publicada perteneciente, a los ochentas, setentas, sesentas y cincuentas) y que por ello mismo la revista Critica goza de un relevante prestigio a nivel nacional, del cual, nuestro Rector debe sentirse orgulloso.
Queremos (más allá de denunciar que esta pelea entre grupúsculos, invalidan la opinión de otras letras) hacer notar que más vale que se resuelva pronto dicho problema, porque de lo contrario la revista Crítica ( que es de los universitarios y no de Alí Calderón) estará en riesgo no sólo de desestabilizarse, sino (y lo peor) de sucumbir.
El señor Alí Calderón debe entender, que la cosas se ganan con el trabajo y no a través de la guerra sucia.
No está de más recordarle al “poeta” Alí, que goza con el título de poblano distinguido, y que por tanto, es (o debiera ser) ejemplo a seguir, y no languidecer con errores de la burocracia corriente, esto es, que mediante dicho título, exhiba su abuso de poder.


ATTE.

“Trabajadores Autónomos de la Palabra”

Puebla, pue. 29 abril 2008

EL DEVORADOR DE LIBROS


Una invitación al improbable lector para que se de una vuelta al sitio http://www.ciudadcultura.com/ Ahí tengo a mi cargo la columna "El devorador de libros" que sale todos los martes. Una muestra variada de las lecturas que consumen mis días.

Las Hermanas Makioka





Las hermanas Makioka, Junichiro Tanizaki, Promexa México, Traducción de Sasame Auki.

La literatura japonesa ha sido desconocida durante muchos siglos para occidente. Japón –ajeno a modas y escuelas literarias- desarrolló durante muchos siglos su propia estética que invocaba un ancestral misticismo concentrado en poemas mínimos, una reverencia al paso del tiempo y la unión del hombre con la naturaleza. Obras como El libro de cabecera de Sei Shonagon o el Romance de Genji de Murasaki Shikibu ( anterior al Quijote y que Borges consideraba más sutil y complejo que la novela de Cervantes) florecieron cobijadas por el aislamiento de la isla. Conforme Japón fue abriendo sus fronteras, la literatura japonesa fue cambiando, escritores como Yasunari Kawabata y Yukio Mishima se vieron influenciados por las corrientes literarias europeas y, sin perder la esencia de su estética, de su peculiar sentido de la belleza, escribieron novelas y cuentos añadiendo rasgos de otras latitudes y, al mismo tiempo, dieron testimonio de un país que comenzaba a cambiar, adoptar modas extranjeras en vez de las antiguas convenciones que habían permanecido, por muchos siglos, casi invariables
Junichiro Tanizaki (1886-1965) escritor cercano en el tiempo a Kawabata y Mishima, considerado un artista fundamental en la novela moderna japonesa, no permaneció ajeno a la lucha entre valores tradicionales y el irremediable cambio en las costumbres, propio de una sociedad cada vez más industrial y abierta al exterior. En Las Hermanas Makioka, novela que en esta ocasión nos ocupa, dibuja un fresco de la sociedad japonesa justo antes de que el país se involucrara en la Segunda Guerra Mundial. Las cuatro hermanas Makioka (Tsuruko, Sachiko, Yukiko, Taeko), son huérfanas pertenecientes a una familia antaño poderosa, con una fortuna venida a menos pero que deben velar por el prestigio y las costumbres correspondientes a su clase. La novela no tiene un hilo argumental, una gran aventura que seguir, sino que se construye con pequeñas anécdotas, con las desventuras diarias de las cuatro hermanas que se ven sujetas a las estrictas normas sociales y que a pesar de ello deben cuidar sus intereses. Si en Kawabata el gran tema es la búsqueda de la belleza unida a la percepción sensorial de la naturaleza que dibuja la vida interior de los personajes; en Tanizaki el motivo del arte es el transcurso del tiempo, las confidencias de las cuatro hermanas que seguimos con la lentitud, con el detalle con que se cuentan las anécdotas familiares: los intentos infructuosos de encontrar marido a la más tímida, el carácter rebelde de la más pequeña, los problemas de la hermana mayor obligada a mantener el buen nombre de la familia. En los albores de la Segunda Guerra Mundial, las hermanas siguen con sus ocupaciones diarias, apenas afectadas por los sucesos que comienzan a desmoronar Europa. Novela de largo aliento, Las hermanas Makioka, muestra que lo maravilloso ocurre en lo cotidiano, en el lento transcurrir del tiempo que permite registrar el cambio del clima, la temporada de floración de los cerezos. Tanizaki mueve a sus personajes, se sirve de extensas conversaciones para caracterizar a las hermanas, se complace en el detalle de la situación y esto sirve para dotar de una inusitada realidad a los personajes. Redactada en medio de la Segunda Guerra Mundial, Las Hermanas Makioka, son testimonio de una época rescatada entre bombardeos y convulsiones. Tanizaki declararía años después: “Probé a limitarme a los temas atractivos, pero no pude apartarme por completo de la tempestad circundante. Es el destino fatal de una novela nacida entre guerra y paz".

Alejandro Badillo

Tuesday, April 29, 2008

Sobre la revista Crítica

Salgo del letargo para subir un texto de Julián Herbert sobre la polémica sucitada en torno a la revista Crítica, y en la cual me parece se han vertido mucha calumina y medias verdades. Seguiremos informando

El pequeño macartismo del poeta Calderón

Por Julián Herbert

El macartismo (1950-1956) es uno de los momentos más paranoicos e injustos de la historia estadounidense. Su protagonista mayor es el senador Joseph McCarthy. Pero en esta negra historia de acusaciones, simplificaciones y tergiversaciones están presentes también (víctimas o verdugos) los nombres de artistas como Elia Kazan, Dashiell Hamett, Howard Fast y Arthur Miller, autor este último de The crucible, una pieza teatral que comparaba las persecuciones anticomunistas de su época con la cacería de brujas emprendida en Salem, Massachussets, en 1692.La tentación de recurrir a los preceptos macartistas es, para algunas personas, irresistible. Los destinatarios del descontento en cuestión pueden ser acusados de comunismo, brujería, perversidad, pertenencia a una mafia literaria… Los niveles de persecución varían, por supuesto, pero su principio lógico es el mismo: el perseguidor finge o cree o pretende estar siendo perseguido y empela su paranoia (y la de quienes lo rodean, si éstos son fácilmente manipulables) para adquirir un beneficio personal.Percibo el espíritu de un macartismo doméstico en la reciente campaña que el poeta poblano Alí Calderón ha emprendido contra Armando Pinto y Julio Eutiquio Sarabia, director y subdirector respectivamente de la revista Crítica, publicación literaria de la BUAP.Mi opinión a este respecto, lo digo de antemano, no será imparcial: no pretendo ocultarme, como lamentablemente ha pretendido el señor Calderón, bajo un manto de pureza. Sería, amén de malsano, ridículo. Además de ser lector y colaborador de Crítica, soy objeto subsidiario del pequeño macartismo que describo. No obstante, intentaré exponer un par de ideas –si no objetivas, al menos serenas– en torno al affair: ideas que no pretenden hacer defensa de Pinto / Sarabia ni mucho menos de mi persona, sino enfatizar dos aspectos: primero, el origen visceral (y por ende egoísta) de los señalamientos realizados por Alí Calderón; y segundo, la falta de consistencia ética que se desprende de ellos. Recurriré, asimismo, a declaraciones hechas por el maestro Mario Bojórquez a favor de su pupilo; declaraciones a mi parecer ingenuas pues revelan el ejercicio de manipulación que quiere encubrirse bajo un supuesto velo de honorabilidad.Procedo por partes: ¿quién es el destinatario de las quejas expuestas por Alí Calderón?... Su carta, dirigida al rector, se hace pública en un medio periodístico. Lo que se asemeja a lo que conocemos como una “demanda ciudadana”: petición pública que en cierta medida compromete a la autoridad. Las demandas ciudadanas son sustentadas por un sector de la población, no por un individuo; a menos que éste sea reconocido por la honorabilidad con que representa intereses generales. Alí Calderón asume por lo tanto, frente al rector de la BUAP, un rol muy específico: el de un líder de opinión, un analista cultural que expone con distancia crítica su percepción de un fenómeno cultural determinado. Postura respetabilísima, salvo que en este caso no existe distancia crítica alguna: Calderón hace pública su carta poco después de que, en la revista a la que ataca, han aparecido dos reseñas adversas a su obra La luz que va dando nombre. Creo que no nos hemos detenido lo suficiente en este punto: los comentarios de este profesor no son producto del análisis sino del revanchismo. Al menos así lo reconoce Mario Bojórquez en sus declaraciones para El columnista: “Cuando aparece la antología La luz que va dando nombre, hay dos reseñas de este libro desfavorables [...] Desde luego que Alí Calderón piensa que ahí se están haciendo las cosas mal, con un propósito negativo.”Publicar dos reseñas de un mismo libro en un solo issue es práctica común en el mundo editorial, sobre todo si los críticos y editores consideran que tal libro es significativo para la discusión presente. El lector podrá constatarlo haciendo un simple recorrido por revistas tanto mexicanas como extranjeras.Uno de las reseñas en cuestión fue escrita por mí. La otra se debe a Gustavo Adolfo Morán. Ahora bien: no sé quién es Gustavo Adolfo Morán; no lo conozco ni en persona ni por carta, ni siquiera he leído texto suyo que no sea su reseña de La luz que va dando nombre. No obstante, su escrito y el mío exhiben manifiestas coincidencias. No puedo ofrecer mayor prueba de que se trata de críticas realizadas con seriedad y de buena fe. Eso, y el hecho de que no hay en ellas insulto alguno: son exclusivamente opiniones literarias sustentadas por un método determinado de aproximación.Envié mi reseña a Crítica no porque ésta se edite en Puebla, sino por una razón más simple: creo que se trata de una revista respetable y abierta a voces diversas. Ofrezco una prueba de ello: hace algunos meses publiqué en sus páginas una diatriba contra un artículo del poeta Jorge Fernández Granados. En el siguiente número de la revista apareció la respuesta de Jorge a mis señalamientos: puntual y seriamente, como se supone que deberían ser las discusiones entre escritores. No sé si el señor Calderón y sus partidarios intentaron lo mismo: responder, desde las páginas de Crítica y con argumentos intelectuales, a los señalamientos que hicimos Morán y yo. Tengo entendido que no. Y me sorprende: supongo que Calderón contará con múltiples argumentos teóricos para refutar nuestras opiniones. Entonces, ¿por qué, siendo un escritor y un académico, se baja del ring de la crítica literaria y se sube al ring de la burocracia y el chantaje sentimental-institucional?... ¿Por qué hacernos inferir que se ha quedado sin argumentos literarios y, viéndose en evidencia, prefiere recurrir al porrismo verbal?... Francamente no me lo explico.Mario Bojórquez, por su parte, ha calificado de “facciosa” la forma en que Crítica elige sus contenidos. Creo que bastaría hojear el número más reciente de la revista (en el que se publica, por cierto, un poema de Alí Calderón) para refutar este dicho. O revisar el índice del número 125, en el que aparecieron las reseñas de la discordia: ¿son Juan Villoro, Eve Gil, Richard Howard, Carlos A. Aguilera, Maurizio Medo, Álvaro Solís, Caludio Daniel y William Shakespeare miembros de una “facción”?... Me parece que no. Propongo al lector algo más que una idea: una actividad. Hojee usted cualquier ejemplar de la revista y decida si deveras hay en sus páginas una tendencia premeditada.He aquí un ejemplo claro del pequeño macartismo que denuncio: las pruebas están de más; basta con taparse los oídos y gritar “faccioso, faccioso, faccioso, faccioso” durante el tiempo suficiente para desatar una persecución. Se trata de una práctica que no es desconocida para los miembros de El Taller de Retórica (generado en la FLM, pero a estas alturas una institución en sí mismo): ya alguna vez la ejercieron contra la antología El manantial latente. La practican (no sin un dejo de xenofobia) contra Eduardo Milán. Al parecer, su nueva presa es la revista Crítica.Culmino con un par de reflexiones, ambas extraídas de una declaración de Mario Bojórquez. La declaración es ésta: “Creo que si ya se ha puesto en duda el trabajo de los dirigentes de la revista, lo mejor que pueden hacer, en un ejercicio de autocrítica, es renunciar. Creo en los relevos generacionales, como el propio Alí Calderón, que es uno de los grandes poetas no sólo de Puebla, sino también de México, según su edad, que podrían liderar este nuevo proyecto de revista”.Primera reflexión: Bojórquez considera ético (y autocrítico) renunciar a determinado rango (en este caso la dirección de una revista) cuando alguien ha puesto en duda tu capacidad. No obstante, hace poco más de un año, cuando no una ni dos, sino decenas de voces públicas criticaron la adjudicación del premio Aguascalientes a su libro El deseo postergado, él consideró ético (y autocrítico) hacer caso omiso de los señalamientos que lo cuestionaban –y que lo cuestionaban con un argumento específico: uno de los jurados había sido Eduardo Langagne, su jefe laboral.No cuestiono la decisión de Bojórquez acerca del premio: la respeto. Lo que cuestiono es la contradicción que se desprende de sus declaraciones actuales: manifiestan una evidente inconsistencia. Dejan implícito que la vara moral con que juzga a los demás no es aplicable a su persona. Lo cual posee un nombre muy claro: se llama fascismo.Segunda reflexión: Bojórquez, que nada teme en esta discusión, es más claro al exponer los intereses que rodean a la misma. Destapa a su gallo con una ligereza (o una ingenuidad) dignas del Ancien Régime. No se trata de que Pinto y Sarabia renuncien a Crítica; se trata de que Alí Calderón la dirija. Se trata, en última instancia, de una estrategia facciosa: el interés de los miembros de El Taller de Retórica por controlar una publicación mexicana de prestigio.Como dije al principio: este artículo –con todo lo que de abierta e inevitablemente parcial hay en él– no es una defensa de los editores de la revista Crítica. Es, en todo caso, una defensa del fair play que a mi juicio es esencial para animar las discusiones literarias.