Monday, June 30, 2008

Margerite Duras: la escuela de la mirada



Los caballitos de Tarquinia

Marguerite Duras

Tusquets Editores

1era edición, 2003

Traducción de Caridad Martínez


En el año de 1963, en plena efervescencia política y cultural, el escritor y cineasta francés Alain Robbe-Grillet publicó “Pour un nouveau roman”, una reunión de ensayos donde proponía la renovación de la novela, el rompimiento con esquemas tradicionales usados por Emile Zolá y Balzac. La “nueva novela” según Robbe-Grillet, debía alejarse de la lógica, de los complejos marcos históricos, de la ficción utilizada como un instrumento para reflejar conflictos sociales. Para Robbe-Grillet la novela debía dejar atrás la psicología, registrar hechos sin comentarlos, internarse en la ambigüedad y la sugerencia. Marguerite Duras (Gia Dinh, cerca de Saigón (Vietnam), 4 de abril de 1914 - París, 3 de marzo de 1996) novelista, guionista y directora de cine francesa, fue junto con Claude Simon y Nathalie Sarraute de los primeros escritores cuya propuesta fue vinculada con la “nouveau roman”. La narrativa de Duras, profundamente marcada por la experiencia cinematográfica, prefiere evocar antes que describir, construir personajes mediante imágenes antes que elaborar complicados retratos psicológicos. Duras, conocida internacionalmente por el éxito de su novela corta “El amante” (1984), tuvo una vida marcada por el desamor, crisis emocionales, largos años de convivencia con el alcohol, factores que no le impidieron la escritura de varias novelas, obras de teatro y guiones cinematográficos. “Los caballitos de Tarquina” publicada diez años antes del manifiesto de Robbe-Grillet, condensa muchas de las propuestas de la “nueva novela”. La trama no tiene un foco aparente, sino que gravita alrededor de varios elementos: unas vacaciones en un pueblo de la costa italiana, la muerte de un muchacho por una mina explosiva, un incendio en la montaña, la posibilidad de una visita a los frescos de Tarquinia, dos parejas que se desconocen lejos de la ciudad, que parecen huérfanos de la rutina y que constantemente ponen en duda sus motivaciones para estar juntos, su capacidad de amar. El personaje central es el calor agobiante de la costa que inmoviliza el tiempo, hace que los turistas sientan las vacaciones como un día, muy largo. La prosa de Duras, como la lente de una cámara, se limita a seguir a sus personajes, reproduce las pláticas de las parejas, acciones en apariencia intrascendentes (planear la cena, la compra de cigarros en la tienda más cercana al pueblo, una infidelidad que se planea casi de forma inconsciente y que nunca se lleva a cabo) pero que sirven para reflejar el tedio de los turistas, la atmósfera que los rodea, el silencio que los entrampa y que les hace beber interminables Camparis. La lluvia se espera mientras se come, mientras se suda, mientras se recorre las calles amarillas y desiertas de la costa. Los frescos de la ciudad etrusca de Tarquinia, aparecen en la novela como proyecciones, deseos postergados que permanecen a la distancia, como el incendio en la montaña, el amor que se desbarata, la renuencia de los padres del muchacho muerto a firmar el acta de defunción. Los caballitos de Tarquinia, como buena parte de la obra de Marguerite Duras, es fundamental para conocer las nuevas direcciones que siguió la narrativa en el siglo pasado.

Alejandro Badillo www.ciudadcultura.com

Monday, June 23, 2008

SOLEDAD EN CLAVE DE TANGO



La muerte de Carlos Gardel

António Lobo Antunes

Random House Mondadori

1era edición, 2004

Traducción de Mario Merlino


Un chiste literario cuenta que cuando José Saramago ganó el Premio Nobel en 1998 todo Portugal lo llamó para felicitarlo... después de haber llamado a António Lobo Antunes para decirle que debieron habérselo concedido a él. Más allá de premios y merecimientos la obra de António Lobo Antunes (Lisboa, 1942), escrita con paciencia, lejos de los reflectores, se ha caracterizado por la experimentación con el lenguaje, la búsqueda de nuevas formas narrativas que acercan sus novelas a organismos vivos, monólogos en donde las palabras construyen imágenes minuciosas, voces que se enredan, frescos que al paso de las páginas van arrastrando al lector en una marea de ritmos y contrapuntos. Marcado por la guerra de Angola, en la que participó entre 1970 y 1973, obligado por su familia a estudiar medicina, con especialidad en psiquiatría, Lobo Antunes, es de esos raros escritores cuya obra no interpreta la realidad sino la desmenuza, la reduce a fragmentos que cobran vida por el ejercicio de la poesía. “Escribo novelas porque no hacer poesía” es, quizá, su frase más famosa. También ha dicho que la trama en una novela no le importa, que es simplemente un asidero, un clavo donde colgar el tiempo, las casas, las calles donde transitan sus personajes. Después de abordar la obra de Lobo Antunes se entiende que su prosa gira alrededor de la confesión, de las voces que utiliza el escritor para decantar su vida, voces que escucha con los oídos del psiquiatra para hacer brotar el flujo de la memoria y la derrota. “La muerte de Carlos Gardel” (1994), novela que cierra la trilogía conformada por “El orden natural de las cosas” (1992) y “Tratado de las pasiones del alma” (1990) desarrolla un universo donde las pequeñas desgracias familiares, el solitario aprendizaje de la muerte, prevalecen sobre otras obras donde los personajes están marcados por la guerra de Angola, la convulsa situación política de Portugal que desembocaría en la “revolución de los claveles”. La trama de la novela, fragmentaria, que no acepta una interpretación unívoca, aborda los últimos momentos de Nuno, un joven heroinómano, moribundo en la cama de un hospital, también cuenta la historia de su madre, recién divorciada, de su tía que espera en la noche a su amante, del abuelo sorprendido por la muerte mientras juega a las cartas; la obsesión de su padre por Carlos Gardel, obsesión que le lleva a pensar que el cantante no murió en un accidente aéreo, que vive todavía en el cabello engominado, en el brillo en los labios de un imitador de poca monta que canta tangos en los bares de Benfica. En “La muerte de Carlos Gardel” los personajes se miran sin reconocerse, se esconden en distintas capas de la memoria, aferrados a una voz que sólo puede contar, entretejer el tiempo, así la agonía de Nuno se mezcla con recuerdos de su infancia, con los vendedores de droga, su padre empujándolo en el columpio. Las historias se empujan unas a otros, se esconden sin poder evitar su caída, amparadas por una suma de voces que no tienen destinatario, como cartas esperando en un buzón, esperando que un desconocido las lea. Nuno, el joven heroinómano, antes de morir, revivirá su miedo al abandono, tendrá aún esperanza en un improbable viraje del destino. “ y finalmente con la voz de Carlos Gardel en el tocadiscos y los dos allí, si no fuese por la mujer fea tosiendo en la habitación sería como si mi madre y mi padre no se hubiesen separado, el albornoz continuase en el gancho, la fotografía aún estuviese en la sala en vez del retrato torcido en el marco...” La muerte de Carlos Gardel es una mirada al interior de lo que somos, de los pequeños momentos que nos conforman. Una buena forma de introducirse a la obra de un escritor que confiesa "Me interesan los libros que me enseñan rincones de mí mismo, pero tenemos miedo a abrir nuestras puertas".


Alejandro Badillo www.ciudadcultura.com

Monday, June 16, 2008

Gustavo Sainz


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Abichuela entrevistando a Gustavo Sainz, autor de Gazapo y La princesa del palacio de hierro, para ciudad cultura. La entrevista este jueves en el portal.

Sunday, June 15, 2008

EL SUEÑO DEL DICTADOR

El palacio de los sueños

Ismaíl Kadaré

Cátedra, Letras Universales

Edición y traducción de Ramón Sánchez Lizarralde

1era edición,1999.

Albania ha sido desde hace siglos una mezcla de culturas, lenguas, religiones. Cruce entre oriente y occidente, el pequeño país centroeuropeo ha estado inmerso en una historia que, como la de sus vecinos (Macedonia, Serbia, Croacia), está marcada por la invasión, la guerra, los conflictos étnicos. Después de la Segunda Guerra Mundial el partido comunista creado bajo la influencia de los bolcheviques tomó el control del país y con el dictador Enver Hoxha, mantuvo a Albania en un periodo donde el control absoluto de estado parecía extraído de la más pura fantasía Orwelliana. Bajo ese panorama se abre paso la obra de Ismaíl Kadaré (Gjirokaster, Albania, 28 de enero de 1936), escritor que, en una lengua casi desconocida, modificada a lo largo de los siglos por su historia convulsa, sobrevivió a un régimen que podía desaparecerlo en cualquier momento. Ramiz Alia, otro personaje en la cadena de dictadores que sufrió el país, le mandó un mensaje: “El pueblo y el partido te han elevado al Olimpo, pero si no te mantienes fiel a ellos, pueden arrojarte al abismo” El palacio de los sueños (1981) condenada al silencio durante los siete años posteriores a su publicación es un buen ejemplo de la narrativa de Kadaré y reflejo fiel de la historia albana en las últimas décadas. La novela, una alegoría que muestra, entre otras, claras influencias de Kafka, Huxley y Orwell, gira en torno de Mark-Alem, un joven perteneciente a un influyente clan Albanés, que entra a trabajar a el “Tabir Saraj” o el Palacio de los sueños, un gran aparato burocrático cuyo objetivo (el deseo para todo régimen totalitario) es la recopilación y el análisis de los sueños de los súbditos del imperio. Mark-Alem, progresa rápidamente y asciende en el organigrama del Palacio de los Sueños: pronto será una pieza importante en el ajedrez que juega su familia con la cabeza del régimen. Kadaré, sitúa los hechos en el imperio Otomano, aunque las descripciones de los edificios y las plazas son los de Tirana, la capital Albanesa. El lector recorre, con los ojos de Mark-Alem, el entramado de un palacio cuyos pasillos parecen los brazos de un laberinto, donde realiza un viaje iniciático que descorre el velo de oscuros intereses, conjuras que se gestan en la sombra de un poder que quiere adueñarse de todo. En el curso de la novela, Mark-Alem conocerá a los jinetes que parten a las zonas más alejadas del imperio para recopilar los sueños, estará en las inmensas salas en las que cientos de funcionaros trabajan horas extras para leer interminables legajos donde están descritos los sueños. En una escena que recuerda la biblioteca infinita de Borges, Mark-Alem desciende al archivo, ahí el encargado lo conduce por varias bóvedas donde están clasificados miles de sueños, registrados desde la antigüedad: visiones percibidas antes de batallas, en fechas claves para la historia y la identidad del imperio. Así el Tabir Saraj es también el apropiamiento de la memoria, el control del pasado para someter el futuro del pueblo. La vigilancia del mundo onírico de los súbditos es primordial para que el estado prolongue su existencia, por eso cualquier señal, cualquier rastro, por ínfimo que sea, es clave para exterminar el germen de la rebelión o la conjura. En ocasiones especiales se selecciona un sueño entre todos, el “sueño maestro” que es presentado al soberano y cuya interpretación determinará el futuro de las élites; también guiará, como una especie de oráculo, las decisiones importantes del imperio. En “El palacio de los sueños” Ismaíl Kadaré (autor cuya obra ha logrado trascender al punto de ser mencionado varios años al premio Nobel) muestra la pesadilla de un estado totalitario, ávido por controlar conciencias, alegoría de una Albania que aún tiene fresca la persecución, la locura despótica, la exaltación del líder, la lucha de un pequeño país de Europa por su identidad y sobrevivencia.

Alejandro Badillo www.ciudadcultura.com

Saturday, June 14, 2008

EN LA PIZZERÍA AMALFI

Monday, June 09, 2008

JUAN JOSÉ SAER: LA DISOLUCIÓN DE LA TRAMA



Glosa
Juan José Saer
Seix Barral, Biblioteca Breve
1era edición, 2003



El boom latinoamericano, aquel movimiento que vendió novelas como pan caliente y que puso de moda el “realismo mágico” tuvo como virtud el apadrinar novelas fundamentales en la narrativa latinoamericana. Poco se podría entender de nuestra historia literaria sin las novelas exuberantes de Vargas Llosa, la bohemia parisina de Cortázar, las historias a ritmo caribeño de Alejo Carpentier o los trucos de magia de García Márquez. Pero olvidados del boom, lejos de los reflectores y la propaganda, hubo escritores cuya obra no se ciñó a los criterios editoriales de moda, escritores que permanecieron ajenos a los temas exigidos por un público ávido de reencontrarse con el paraíso perdido latinoamericano: revoluciones, guerrilla, dictadores, pueblos perdidos en la selva, mujeres hermosas e irreales. Algunos de los escritores olvidados por el boom, como Julio Ramón Ribeyro y Juan Carlos Onetti, lograron una resonancia tardía; otros como Antonio di Bennedetto (reseñado anteriormente en esta columna) y Juan José Saer a pesar de ser estudiados y conocidos en los círculos académicos siguen esperando que la historia los coloque en el lugar que merecen. Juan José Saer (1937-2006) escritor nacido en Santa Fé Argentina, auto-exiliado muchos años en Francia, escribió una obra cuyo único compromiso fue la experimentación y el trabajo con el lenguaje. Glosa, una obra de madurez dentro del corpus del autor, es un buen ejemplo de esto: la historia recrea el encuentro de Ángel Leto y el Matemático, dos amigos que comentan las incidencias de la fiesta del poeta Jorge Washinton Noriega, una fiesta a la cual no asistieron pero que reconstruyen con referencias provenientes de otras personas. La platica los conduce por los tres capítulos de la novela: 1. Las primeras siete cuadras. 2. Las siete cuadras siguientes. 3. Las últimas siete cuadras. Así, la novela avanza mientras los personajes caminan, mientras invocan la memoria de otras personas. Saer logra en glosa una novela donde la peripecia es la reconstrucción obsesiva de una fiesta, donde el foco es el testimonio que va sufriendo distintas metamorfosis a lo largo de las veintisiete cuadras. A la manera de las últimas novelas de Beckett (pienso en la trilogía del Innombrable, Molloy y Malone Muere) los personajes se justifican por su discurso, pero, a diferencia de los personajes de Beckett, donde la narración se construye a base de un flujo lineal, en constante avance, los personajes de Saer, están en una continua errancia a través del tiempo, yendo de atrás a adelante, balbuceantes, siempre dudando. Para Saer la realidad es un banco de arenas movedizas y por eso la interrogan, la reducen, la diseccionan con la minuciosidad de un cirujano. “Glosa” es un buen ejemplo de literatura, cuyo único compromiso es el arte, con las posibilidades del lenguaje, la pugna por disolver la trama para ir en busca de la indagación y la memoria. Saer pareciera decirnos que la literatura, como la vida, no es un sitio de certezas, sino de una fuente constante de preguntas y de búsqueda.

Tuesday, June 03, 2008

Sobre Ciudad Cultura.com

Cholula no es Silicon Valley. Eso lo tiene claro cualquiera que conozca el mítico y mundialmente famoso valle ubicado al sur de la bahía de San Francisco. Sin embargo, en uno de los departamentos cercanos al Centro Histórico de esta milenaria ciudad podría estarse gestando una historia parecida a la que vivieron cientos de egresados de las más prestigiadas universidades norteamericanas que de la noche a la mañana inundaron el ciberespacio con proyectos virtuales durante el auge de las llamadas empresas “punto com”.Hace poco más de un año, Gerardo Arturo Zepeda Ondorica y Lydia Lob invirtieron sus ahorros en la compra de software, equipo de cómputo, radiofónico y audiovisual que les permitiera montar en el estudio que ambos comparten en el centro de Cholula, un pequeño laboratorio multimedia desde el cual pudieran emprender un proyecto que desde tiempo atrás habían concebido y desarrollado juntos: la creación de una página web cultural que —entre muchas otras cosas— sirviera de plataforma para mostrar el trabajo de los creadores poblanos al resto del mundo.La idea, aunque original, no distaba mucho de algunos esfuerzos individuales o institucionales realizados previamente en la entidad. Pero Gerardo Arturo y Lydia deseaban llegar más lejos. Además de atractivo para la comunidad cultural, para ellos el proyecto debía ser sostenible en términos financieros. En pocas palabras deseaban que su portal fuera un negocio.La primera vez que plantearon su idea en público se toparon de frente con la incredulidad y el escepticismo.“La gente en Puebla es muy escéptica, la gente siempre dice: ‘no va a funcionar’, ‘no lo va a hacer’, ‘es un hablador’, ‘es un iluso’. Muchas veces nos encontramos con frases como ésas en el medio cultural poblano, sin embargo más allá de si nos creían o no, cuando conocían más a fondo el proyecto todos coincidían en algo: hacía falta algo así en Puebla.”Una vez que identificaron que al interior del medio artístico y cultural había una necesidad que no estaba cubierta, hicieron algo que difícilmente hacen quienes se encargan de diseñar y operar proyectos desde las instituciones públicas: realizar un estudio de mercado y un plan de negocios.“Nuestra investigación de mercado nos arrojó que en Puebla los sitios dedicados a la cultura por lo general son blogs, es decir, esfuerzos individuales que usan una plataforma limitada y general; nosotros quisimos generar un portal gestionado por nosotros a la medida de nuestras necesidades pero también algo que pudiéramos pagar. El portal que ustedes ven es la semilla de lo que nosotros queremos en el mediano plazo. El portal está apenas a un 20 por ciento de su potencial proyectado.”Fue así que nació Ciudad Cultura (http://www.ciudadcultura.com), un portal creado con el objetivo de gestionar, promocionar, difundir e impulsar la cultura. La idea que sustenta este portal es la de dar a conocer la obra y el pensamiento de los creadores que trabajan en la ciudad de Puebla, así como los cursos, talleres, conferencias, eventos, convocatorias y noticias culturales de mayor interés para la comunidad artística o el público interesado.Gerardo Arturo es enfático en lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías de la información aplicadas a la cultura.“Nuestra propuesta es meter a la cultura de Puebla al siglo XXI a partir de las nuevas tecnologías que nos ofrece la red, queremos llevar hacia afuera lo que se genera aquí y abrir una ventana de lo que se produce en el mundo.”Profundamente local, deliberadamente globalLa entrevista se lleva acabo en el estudio donde el equipo de Ciudad Cultura desarrolla, produce y sube a la red la mayor parte de sus contenidos. La habitación es amplia y sobre una de las paredes está un calendario donde se registran detalladamente las labores que hay que realizar día a día. Junto a unos cómodos sillones que invitan al descanso se ubica un escritorio sobre el que reposa una computadora de última generación que se conecta a través de una madeja de cables a equipo audiovisual de alta definición y una consola de radio desde la cual producen los programas que posteriormente cuelgan su sitio.“Vivimos un tiempo muy primitivo, esto que parece muy deslumbrarte es en realidad muy arcaico”, me dice Gerardo Arturo al tiempo que me señala el equipo con el cual arrancaron el proyecto de Ciudad Cultura. “Nosotros apostamos a la internet porque se trata de un tema que es parte ya de cualquier ser humano de este tiempo. La red es el medio más democrático que existe en la actualidad y que ha existido en la historia del ser humano, porque puedes ingresar por muy poco dinero y decir lo que quieras.”Convencimiento y no otra cosa es lo que uno percibe en cada una de las palabras que salen de esta suerte de escritor-académico-gestor cultural metido de la noche a la mañana a empresario.“Recuerdo una frase de Borges —dice pensativo—, por qué esforzarnos en ser modernos si ya lo somos, todos estamos metidos ahí, personas de 70, 80 años consultan diariamente su mail, la posmodernidad nos ha alcanzado.”Sentado en ese sillón, frente este par de tipos que producen material audiovisual, radiofónico y literario para el resto del planeta, desde lo que antiguamente fue una de las ciudades más importantes del mundo prehispánico, no puedo dejar de darle toda la razón. Lo moderno nos ha rebasado.De lo técnico a lo conceptualA decir de Lydia Lob, directora general de Ciudad Cultura, arrancar el proyecto no fue un asunto sencillo. En una primera etapa tuvieron que conjuntar un equipo que incluía a desarrolladores web, diseñadores gráficos, animadores en 3D, así como columnistas, reseñistas, fotógrafos, gente de soporte técnico y administrativo.“En total actualmente estamos involucrados en este proyecto cerca de 20 personas y en esta fase de consolidación nadie está cobrando un centavo, ni siquiera nosotros, todos estamos aportando nuestro trabajo para consolidar este proyecto.”Gerardo Arturo señala que hubo momentos en los que la brecha digital propia de los países subdesarrollados constituyó un obstáculo al que fue muy difícil sobreponerse.“Cuando iniciamos este proyecto teníamos clara la versión conceptual pero no la visión técnica y de pronto había reuniones en las que nos topábamos con una serie de conceptos y términos con los que no estábamos familiarizados, salíamos de las reuniones con números, con extensiones, soñábamos con extensiones php, swf, html, con los procesos de indexacion, optimizacion y una serie de cosas, desconocidas para nosotros. Era como descubrir la cañería de todo esto que parece tan bonito, tan iluminado y que es el internet y los blogs, pero que cuando conoces como están construidos te das cuenta de dónde estás parado. Te percatas que en un país donde tienes un rezago digital brutal tienes que hacer un doble esfuerzo.”De la cultura como negocioUna cosa me llama la atención de esta entrevista. A lo largo de la plática Lydia y Gerardo Arturo se mueven con soltura en un mar de conceptos propios de quienes se dedican y saben de negocios. Términos como “plan de medios”, “estrategias de mercadotecnia”, “marketing de guerrilla”, salen a la conversación de manera natural vinculados con las actividades de promoción y difusión de la cultura.Cuando los interrogo acerca de este punto, me revelan con timidez un currículum que explica la orientación empresarial de su proyecto. Egresado de la carrera de Comunicación de la Ibero, Gerardo Arturo Zepeda Ordorica no sólo se ha desarrollado en el medio artístico como escritor, productor multimedia y tallerista en instituciones nacionales e internacionales, sino que además cuenta con una maestría en Globalización y Comunicación por la Universidad de Leicester, Reino Unido. Por su parte, Lydia Lob, quien es la directora general de Ciudad Cultura, es una economista que cuenta con un doctorado en Ciencias Sociales.Ambos, sin embargo, son escépticos en lo que concierne a sus respectivas acreditaciones académicas.“Para nosotros la preparación es una asunto de reflexión y de observación, somos gente que ha estudiado, que le da un valor al estudio pero que sabe que ahí no se detiene todo, que el aprendizaje también está en otras áreas de la vida, está escuchando a la gente, está navegando, investigando, sobre todo nos ha ayudado a ser muy curiosos.”Lydia Lob respalda esta idea: “entendemos que el aprendizaje es continuo, por eso nos rodeamos de otras personas, tenemos excelentes asesores, colaboradores, grandes amigos que nos han apoyado aportando sus conocimientos individuales”.La seguridad con que se desarrolla el ir y venir de preguntas y respuestas me deja en claro que no temen a las palabras fuertes, pronuncian la palabra “cultura” y “negocio” juntas, con la audacia propia del que sabe que la apuesta por sí misma incluye la posibilidad del fallo. “Entendemos que la cultura y los negocios pueden ir de la mano sin entender que un negocio deba ser siempre una cloaca, los negocios no son como la política, creemos que existe un espacio en donde con un buen trabajo de promoción, gestaría y difusión de pueden generar oportunidades empresariales.”Les pregunto a botepronto con cuánta frecuencia piensan en el fracaso. El humor con que me contestan me hace pensar que se trata de un tema del no temen hablar.“No se le debe tener tanto miedo al fracaso, el fracaso no existe cuando lo entiendes como una forma más de aprendizaje. Unas buenas sesiones de “El Aprendiz”, de Donald Trump, podrían ilustrarte un poco al respecto.”De la proyección del portalPuede parecer inexplicable, raro, poco común o, por lo menos, sorprendente; pero a menos de un mes de que Ciudad Cultura está disponible en el ciberespacio y pese a que el portal está apenas a un 80 por ciento de su capacidad y no ha iniciado oficialmente su plan de medios y difusión, se tienen registrados poco más de 120 mil hits en el portal.Para Gerardo Arturo y Lydia, sin embargo, la cifra no es una sorpresa. Para ellos está abultada cifra es sólo el reflejo de un minucioso estudio de mercado y de una estructura de navegación flexible que se ha ido adaptando poco a poco al perfil de los visitantes. “Un error que cometieron las empresas ‘punto com’ fue que muchos subieron sus portales y los dejaron ahí para que por arte de magia llegaran los cibernautas, en ese sentido, nosotros usamos el raiting de nuestros sitio como un indicador clave para el proceso de mejora continua. Cada noche, cuando revisamos nuestras estadísticas, es como si nos las mandara el Ibope, sabemos a quién están leyendo más, a quién menos, qué nota impacta y cuál no, cómo manejar la información para que la gente la encuentre y llegue a ella y se interese.” Gerardo Arturo y Lydia pueden pecar de atrevidos y osados, pero no de conformistas. Cuando les pregunto cuál es su meta para el primer año de operaciones, me responden sin titubeos que la meta es llegar a alcanzar, como mínimo, un millón de hits mensuales, lo que implica aumentar poco más de un 70 por ciento su actual flujo de tráfico.Pero la cosa no para ahí: “en el largo plazo queremos consolidar una red nacional de portales culturales multimedia, queremos consolidarnos como una editorial importante de libros digitales pero también una editorial que publique en papel, queremos sacar la revista de Ciudad Cultura, crear una productora multimedia que genere programas originales de arte y entretenimiento, queremos generar una propia frecuencia de televisión. Tenemos también la idea de exportar este modelo con una cafetería que acompañe al proyecto y que constituya el espacio real —en oposición al virtual— que funcione como un sitio de encuentro e intercambio, y en el cual se pueda consolidar un centro de formación creativa”.No puedo evitar, frente a este listado de proyectos, ponerme un poco la camiseta de escéptico de la cual Lydia y Gerardo Arturo se quejaban tanto al inicio de esta entrevista. Pero al mismo tiempo debo confesar que el proyecto de Ciudad Cultura me seduce demasiado, y que pese a mis suspicacias, este portal se ha convertido en pocas semanas en una de mis páginas de cabecera. De regreso a Puebla, tras un café y una plática memorables, no puedo dejar de pensar en esos 120 mil hits que el mes pasado quedaron registrados en el ranking de Ciudad Cultura. Las preguntas que durante el trayecto se me vienen a la cabeza no tienen nada que ver con la visión empresarial, ni con la labor necesaria del gestor cultural, pero estoy seguro que son las mismas que alguna vez se hicieron estos dos emprendedores preocupados por las expresiones artísticas y culturales que se desarrollan en Puebla. ¿De verdad somos tantos? ¿Por qué no nos conocemos? ¿Y si empezamos a pensar en grande?

Monday, June 02, 2008

EN LA FRONTERA DE McCARTHY



En la frontera.
Cormac McCarthy
Debate Editorial, 1999
Traducción de Luis Murillo Fort

Cormac Mccarthy (Providence, Rhode Island, 20 de julio de 1933) ha dispuesto en torno a su vida un cúmulo de leyendas: que vagabundeó muchos años en el sur de Estados Unidos, que vivió bajo una torre petrolera, que la aburrición lo llevó tardíamente a la literatura, que sus mejores amigos son un físico y un biólogo marino. Como J.D. Salinger y Thomas Pynchon, Mccarthy ha optado por esconderse en sus palabras. Dos entrevistas para periódicos y un desafortunado encuentro para la televisión con Oprah Winfrey son las únicas ocasiones en que ha querido asomar la cabeza y dar algunos comentarios sobre su obra. A pesar de su reclusión y de que ésta pueda funcionar como una cortina de humo a la hora de valorar sus novelas, el legado de Mccarthy ha tenido la fuerza suficiente para sobrellevar con éxito el tránsito de literatura marginal, admirada por críticos como Harold Bloom, a la siempre peligrosa condición de bestseller. “En la frontera” novela perteneciente a una trilogía situada en los límites de Estados Unidos y México es un buen ejemplo de la narrativa de Mccarthy. La historia narra las peripecias de Billy y Boyd, dos hermanos adolescentes que viven con sus padres en un pueblo cercano a la frontera con México. Una loba vagabunda, que acecha el ganado y a la que tratan de dar caza con trampas, es el punto de inicio de un viaje que llevará, primero a Billy, el mayor de los hermanos, a un viaje a través de la frontera y que estará marcado por la pérdida y la violencia. Mccarthy construye sus novelas echando mano de Herman Melville y William Faulkner, dos autores cuya influencia reconoce abiertamente: de Melville toma el enfrentamiento épico, el peso abrumador de la naturaleza; de Faulkner toma el protagonismo del lenguaje, la experimentación en el ritmo, el rango que va de la contención a la poesía. También de Faulkner hereda la violencia descrita no como provocación sino como reflejo natural de los hombres que viven un mundo donde la inocencia es una desventaja y mantenerse vivo y despierto es el trabajo de todos los días. Billy y Boyd, como casi todos los personajes de Mccarthy están continuamente en movimiento: cuando Billy, el mayor de los dos, regresa a su casa y se entera de la muerte de sus padres víctimas de los ladrones de ganado, busca a su hermano y reinicia con él un nuevo viaje al sur, en busca de los caballos robados, en un nuevo encuentro con la pérdida y la violencia. En la parte final de la novela, cuando Billy vuelve a quedar solo e intenta dejar su vida errante enlistándose en el ejército, un soplo cardiaco impedirá que lo acepten. Ante la voluntad del destino Billy recoge sus escasas pertenencias, alista su caballo y vuelve al camino. De pueblo en pueblo, de parada en parada, Mccarthy dispone alrededor de los hermanos, personajes que funcionan como fantasmas cuyo objetivo, como los antiguos trovadores, es contar su historia: gitanos nómadas, viajeros solitarios, sacerdotes ermitaños, un cantante ciego que narra con lujo de detalles su desgracia. Al contrario de la mayoría de los escritores extranjeros que abordan personajes o circunstancias relacionados con México, Mccarthy no cae en un exotismo ramplón o en una idealización barata del mexicano: violencia, maldad, bondad, son parte de la naturaleza humana y están repartidos a ambos lados de la frontera. La loba que persigue Billy y con la que establece una cercana complicidad es la representación de la inocencia, una forma pura que sólo se puede encontrar lejos de los hombres, en el desierto; por eso Billy se aferra a rescatarla, a pasar hambre y penurias para devolverla a las montañas de México. Con la loba conserva una parte de sí mismo. Cormac Mccarthy, muestra “En la frontera” un memorable ejemplo de contención y capacidad narrativa, una novela que utiliza el viaje como un rito de iniciación, que sirve para poner a contraluz la naturaleza, el mundo insalvable de los hombres, un mundo siempre en turbulencia, en donde nada es seguro, en el que te pueden disparar, en cualquier momento, por la espalda.

Alejandro Badillo http://www.ciudadcultura.com/