Monday, May 26, 2008

SENSIBILIDAD CONTRA RAZÓN





El amante de Lady Chatterley
D.H. Lawrence
Editorial Planeta, 2001
Traducción de A. Bosch



D.H. Lawrence, hijo de un minero y de una maestra, escritor excéntrico, viajero empedernido, escribió, a pesar de su corta vida (murió a los 44 años de tuberculosis) varias novelas, libros de ensayos, poesías y viajes. En México D.H. Lawrence es conocido por dos novelas: “La serpiente emplumada” escrita a raíz de un viaje al país entre los meses de marzo y junio de 1923 y “El amante de Lady Chatterley”, novela prohibida por obscena y decomisada en los Estados Unidos. La trama de ésta última es aparentemente simple, y contada a grandes rasgos parecería no diferir de cualquier novela rosa de la época: Clifford Chatterley, un aristócrata adinerado por la explotación de las minas del carbón, inválido por la guerra, regresa a Wragby Hall, la finca heredada de su padre a escribir y a mantener el buen nombre de la familia. Constante Chatterley, su esposa, educada para vivir al lado de un noble y rodeada de lujos, no encuentra satisfacción en la vida intelectual, ni en el estilo de vida de su marido y terminará involucrándose con Mellors, teniente retirado del ejército, guardabosques de su marido. El triángulo amoroso queda, pues, perfectamente dibujado, sin embargo debajo de éste, subyace el verdadero conflicto de la novela: la oposición entre naturaleza y civilización, la sensibilidad contra el raciocinio encarnado en Clifford Chatterley que prefiere la vida del intelecto, las veladas literarias con los amigos donde diseccionan al mundo contra las escapadas de Constante al bosque, a tener sexo con el guardabosques de su marido. Éste, el tercero en discordia, es el personaje más interesante, un teniente retirado de la campaña de la India que ha decidido tener una vida ermitaña criando gallinas en su cabaña en el bosque. Mellors encarna la crítica de D.H. Lawrence a la sociedad y a la Inglaterra de entreguerras. El guardabosques funciona como una especie de profeta: “Todos. Todos han perdido casi la entereza, el valor. Los automóviles, el cine y los aviones les están chupando la última gota. Cada generación engendra una generación más conejal que la anterior (…) dinero, para que dejen a la humanidad sin redaños, convertida en un conjunto de despreciables maquinistas”. Constante no entiende la actitud de su amante sin embargo su acercamiento es más instintivo, ella no se preocupa en proclamar los males del mundo, sino en encontrar una pizca de verdad, de conocimiento, en un mundo cuyos valores son los del dinero y el progreso a costa de todo. D.H. Lawrence utiliza la sexualidad como motor de ese conocimiento y también como una razón que puede transformar, quitar las vendas a una civilización corrupta, cubierta por prejuicios y máscaras. Antes de huir de Wragby, Constance tendrá que superar el saberse desahuciada por involucrarse con un hombre de clase social inferior y Mellors tendrá que volver a creer, a dejar su vida ermitaña para volver a la sociedad que tanto desprecia. D.H. Lawrence escribió en “El amante de Lady Chatterley” más que una novela erótica, donde la sexualidad corre el riesgo de volverse caricatura o una provocación vacía, una declaración de principios, una reivindicación de los sentidos contra una civilización que avanza inexorable. “Si seguimos al mismo ritmo que ahora llevamos –dice el guardabosques a Constance- dentro de cien años no habrá ni siquiera diez mil hombres en esta isla. Ni siquiera diez, quizá. Amorosamente se habrán liquidado entre sí.”

Alejandro Badillo www.ciudadcultura.com

Sunday, May 18, 2008

EL VIACRUCIS ETÍLICO DE GONZALO CELORIO






Y retiemble en sus centros la tierra.
Gonzalo Celorio
Tusquets editores, Andanzas
3era edición, 2004


Los lazos entre literatura y ebriedad son estrechos. Es lugar común mencionar la tormentosa relación de la escritura con el alcohol. Poetas antiguos como Li Po y Omar Khayyam festejan con ardor la vida dionisiaca. Malcom Lowry en “Bajo el volcán” remoja a su protagonista, el legendario cónsul, en un mar de mezcal. Joseph Roth proclama los milagros del alcohol en “La leyenda del santo bebedor” Gonzalo Celorio en “Y retiemble en sus centros la tierra” rinde un homenaje a la ebriedad y a las cantinas legendarias del Distrito federal. El personaje principal, Juan Manuel Barrientos, maestro universitario de literatura, se cita con sus alumnos en el “Salón la luz” para iniciar un recorrido por los edificios y cantinas del centro histórico. El maestro llega puntual a la cita a pesar de tener fresca la resaca del día anterior. Espera varios minutos pero los fieles alumnos no llegan. Resignado, después de la primera cerveza de la mañana, comenzará el recorrido solo. Celorio construye la historia entretejiendo un narrador omnisciente con una voz en segunda persona que funciona como un conciencia lúcida, un registro que interroga, ataca, acompaña a Barrientos en su debacle etílica. La novela transcurre en varias cantinas, la mayoría de ellas legendarias: “La ópera”, “El bar Alfonso”, “La puerta del sol”, “La casa de las sirenas”, “El nivel”. Como las estaciones de un vía crucis, el profesor Barrientos recorre su calvario, no discrimina bebidas y se refina sin pudor abundantes cantidades cerveza, whisky, ron, vino, brandy, ginebra. Barrientos se pierde en una ebriedad progresiva que aviva fantasmas, los condensa en mujeres ausentes, figuras familiares, momentos dolorosos. Como todo bebedor solitario registra a detalle el movimiento de parroquianos y meseros. Se cuestiona por las decisiones tomadas en el camino pero nunca lo suficiente para dar media vuelta y abandonar la excursión. Pareciera que la conciencia del personaje repite en su oído la sentencia de Omar Khayyam: “"¿Dices que el vino es el mejor bálsamo? ¡Tráeme todo el vino del mundo!” Ya de madrugada se internará en los bajos fondos de la ciudad y terminará su viaje etílico junto al asta bandera, agonizante, como un cristo ebrio entre dos ladrones. Novela empapada en alcohol, presenta el retrato fiel y punzante de un hombre a punto de perder la batalla con el alcohol. La prosa sortea las dificultades de mezclar voces y tiempos aunque a ratos abunda con detalles arquitectónicos y referencias visuales que pueden parecer excesivas al lector ajeno a la mitología del Centro Histórico. Cuenta la leyenda que Gonzalo Celorio maestro universitario de literatura al igual que su personaje, enamorado de la arquitectura del Distrito Federal, convoca una vez al año a una especie de “Bloomsday” capitalino, donde maestro y alumnos recorren bares y cantinas legendarios. El Devorador de Libros, fiel oficiante de Baco, espera algún día hacer el recorrido.

Alejandro Badillo

Saturday, May 10, 2008

Ensayos sobre los Beatniks




Burroughs y Kerouac: dos forasteros perdidos en México
Jorge García-Robles
Random House Mondadori
1era edición, 2007

México ha ejercido una fuerte atracción para escritores extranjeros que han hecho desde viajes fugaces hasta largas estancias en el país. El lector interesado puede consultar el Anecdotario de viajeros extranjeros en México, siglos XVI-XX, de José Iturriaga de la Fuente editado por el Fondo de Cultura Económica: una extensa recopilación de escritores, embajadores, militares, religiosos, que dejaron por escrito el testimonio de su paso por México. “Burroughs y Kerouac: dos forasteros perdidos en México”, de Jorge García-Robles, libro compuesto por los ensayos: “La bala perdida” (premio de ensayo literario Malcom Lowry 1995) y “El disfraz de la inocencia” documentan, respectivamente, las estancias de William S. Burroughs y Jack Kerouac en el país. Ambos escritores fueron, junto con Allen Ginsberg, las figuras más reconocibles del movimiento Beatnik, la primera generación de escritores que, siguiendo el camino trazado por Henry Miller, cuestionaron con su obra y con su estilo de vida los valores del establishment estadounidense. La larga relación que tuvieron con México fue idílica y tormentosa, propia de dos auto-exiliados que buscaban sensaciones nuevas, experiencias que no podían encontrar en Estados Unidos. México fue indisoluble a la obra de ambos escritores, en el caso de Kerouac en las novelas “Tristessa” y “En el camino”; Burroughs con “Yonqui”. García-Robles despliega en sus ensayos una investigación detectivesca basada en entrevistas, fotografías y registros periodísticos de la época. Mientras sigue los avatares de Burroughs y Kerouac en México, García-Robles pinta un cuadro interesante del Distrito Federal en los años cincuenta: cantinas, vendedores de droga, abogados corruptos. Los escritores, ajenos al mundo cultural de la época, poco interesados en conocer a escritores mexicanos, se sumergen en la vida nocturna, se emborrachan a muerte, fraternizan con prostitutas. La experiencia vital es el motor de sus textos. Además de la comprobación de fechas y lugares, al autor le interesa hurgar en la personalidad de los escritores, hacer un retrato íntimo teniendo como telón de fondo la vida subterránea en la gran ciudad. “Burroughs y Kerouac: dos forasteros perdidos en México” más allá de una revisión o crítica literaria a la obra de los beatniks, es una glosa necesaria de sus libros emblemáticos, la parte documentada de una historia que con el tiempo fue contaminada por todo tipo de leyendas. García-Robles, a diferencia de otros libros de ensayos, utiliza una prosa que no escatima el uso de imágenes y recursos literarios para registrar la velocidad, el manifiesto de vida de una generación que fue precedente de movimientos como el rock y la revolución hippie. En México la influencia de los Beatniks fue clave para el desarrollo de la llamada “contracultura” o expresiones artísticas hechas por jóvenes como José Agustín o Gustavo Sainz, que con su obra propusieron una forma novedosa de criticar al sistema al mismo tiempo que trasladaban al papel (para escándalo de algunas buenas conciencias de la época) el lenguaje coloquial y las vivencias de una nueva generación que buscaba modelos con los cuales identificarse inmersos en una creciente sociedad de consumo.

Alejandro Badillo

Friday, May 09, 2008

Opinión de David Huerta sobre Crítica


Festejo de una revista
En octubre de 2008 se cumplirán 30 años de la revista Crítica. Esta publicación periódica ha circulado todas estas décadas con el sello de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). El equipo que la hace, con Armando Pinto y Julio Eutiquio Sarabia a la cabeza, merece el reconocimiento de la comunidad cultural mexicana y en particular de los universitarios poblanos; desde luego, sus lectores fieles, dentro y fuera de Puebla, pertenecientes o no a los ámbitos universitarios, hemos seguido su largo camino con gratitud, con curiosidad y con un interés creciente.
Una revista es una especie de termómetro de la vida literaria. Es también una ventana para asomarse continuamente a lo que sucede más allá de sus páginas, visto a través de éstas, lo cual resulta casi surrealista: una ventana que fuese al mismo tiempo un termómetro. A través de sus claridades mercuriales, de sus páginas, el lector de una revista toma la temperatura ambiente, experimenta de primera mano la calidad y la densidad de las ideas circulantes, valora los textos y disfruta periódicamente del “vicio impune” de la lectura desinteresada. Crítica ha hecho todo eso, y un poco más, siempre un poco más: su interés en las literaturas del mundo permite descubrir en ella a autores de los que no se habla en otras revistas de México.
Hace poco pude adquirir, casi de milagro, unos cuantos ejemplares de la legendaria Horizon, dirigida por Cyrill Connolly en el atormentado Londres de la guerra y de la posguerra. Sin exageración alguna, puedo afirmar que la poblana Crítica es una publicación de esa estirpe; por suerte, sin guerra de por medio. Algún día nos daremos cuenta con claridad de todo lo que esta revista ha hecho y ha significado entre nosotros; pero acaso la tenemos demasiado cerca: como decía José Lezama Lima, es un puente que de tan grande no se le ve. Otra imagen justa: la revista como un puente, en trance de comunicarnos sobre los accidentes innumerables del río de los fenómenos.
Hace cinco años estuve en Puebla para celebrar los 25 años de Crítica. El diálogo con estos compañeros siempre ha sido fecundo, incluidos los desacuerdos, algunas veces intensos, con lo que quiero decir que la revista, y quienes la hacen, honran el nombre que lleva su publicación. La crítica debe ser la energía principal de la vida intelectual en una comunidad como la mexicana en general o la poblana en particular; sin crítica, el ambiente se entenebrece y se vuelve estéril.
Como toda revista viva, Crítica no produce acuerdos unánimes: nunca los ha buscado. Me consta, sin embargo, que es una publicación donde nunca he percibido mala fe. Su apuesta es otra: seriedad intelectual, calidad literaria, vocación de diálogo.
Desde aquí saludo a Armando Pinto y a Julio Eutiquio Sarabia, a los colaboradores y, sobre todo, a los lectores de Crítica, revista mexicana de la más alta calidad.

Friday, May 02, 2008

Fiesta de cumpleaños de Giovanni Patrón en la nueva residencia del Ejote Vengador

Andrea, Layo, Luis, Abichuela, Giovanni y el ejote vengador disponiéndose a chupar como piratas.

Thursday, May 01, 2008

Opinión de Alejandro Badillo y Judith Castañeda sobre Crítica

Subo la nota que salió hoy en E-consulta sobre la opinión mía y de Judith por los ataques de Alí Calderón a la revista literaria Crítica.

ARGUMENTAR SOBRE CRÍTICA

En relación con la polémica en torno a la revista Crítica, queremos señalar lo siguiente:

Como colaboradores de la revista, lamentamos verla sujeta a una serie de ataques que parecen motivados más por una rencilla personal que por el deseo de hacer una crítica constructiva para mejorar los contenidos y criterios de la revista.

El supuesto descontento de la comunidad artística poblana, que refiere Alí Calderón, dista mucho de ser una realidad generalizada. En nuestro caso, como jóvenes escritores, siempre hemos encontrado en Crítica un espacio cuyo criterio privilegia la calidad por encima de nombres o reputaciones; cualidad, por cierto, que nos permitió colaborar desde hace algunos años.

Una revista literaria, como todo proyecto artístico, se fundamenta en criterios subjetivos que, en el caso de Crítica, garantizan su calidad. Democratizar la participación en una publicación de este prestigio, no es sinónimo de mejoría. Ser joven escritor universitario o pertenecer a alguna minoría, no deberían considerarse como requisitos únicos de colaboración.

Sin duda la línea editorial de la revista depende del criterio del director y subdirector. Como en cualquier escenario en donde se debe hacer una selección con base en juicios subjetivos, la existencia de un ambiente de continua discusión no sólo es obvia sino deseable.

Si el propósito es que se conozca la obra de “jóvenes escritores universitarios” omitidos en Crítica, sería benéfico que Alí Calderón difundiera el trabajo de éstos. De esta forma el público podría valorar la calidad de las obras y decidir si es o no imperativo modificar la dirección de la revista.

Toda universidad tiene un compromiso fundamental con la sociedad; debe promoverse una sana interacción entre la institución educativa y la comunidad a la que pertenece. No es sensato, por tanto, incitar modificaciones que convertirían a un proyecto universitario de repercusión nacional e internacional, como Crítica, en una revista limitada a la participación estudiantil y académica.

Con respecto a la carta de Alí Calderón surgen varias acusaciones cuya gravedad exige mayor sustento. ¿Por qué Crítica es anacrónica? ¿Por qué son “light” sus contenidos? ¿Cuáles son las fuentes consultadas para afirmar que la revista no es leída y su distribución es nula? ¿Quiénes, en la universidad, forman parte de la “mejor generación de escritores de su historia”? ¿Por qué es incapaz de competir con otras publicaciones de México y el resto del mundo? Crítica ha caído en el “olvido y en el desprecio” ¿De quién?


La riqueza de una publicación que admite colaboraciones es que en verdad se nutre del trabajo de todos quienes hemos publicado en ella. De tal suerte, calificar a Crítica de anacrónica, incapaz de competir, “light”, etc. equivale a condenar al “olvido y al desprecio” a cada uno de sus colaboradores. Nosotros no somos parte de ningún “grupúsculo” que se confabula para adueñarse de la revista. Los que nos conocen saben que no acostumbramos tomar partido en polémicas, sin embargo, la carencia de fundamentos claros y la generalización en los comentarios, nos orillan a hacerlo. Con lo anterior esperamos haber contribuido al menos con la exigencia de que se empleen argumentos concretos que expliquen, en principio, la absoluta necesidad de un cambio de dirección y contenidos en Crítica.

Judith Castañeda Suarí
Alejandro Badillo Cervantes