Thursday, November 27, 2008

Hacia rutas salvajes


Hacia rutas salvajes
Jon Krakauer
Ediciones B
1era edición, 2004

Chris McCandless, después de graduarse de la universidad de Emory en 1990, donó sus ahorros de 24 mil dólares a instituciones de caridad, vendió su coche, quemó el dinero que le quedaba y empezó a viajar por Estados Unidos, rumbo a Alaska, utilizando el sobrenombre de Alexander Supertramp. McCandless, miembro de una familia de clase media, tenía éxito académico y un futuro prometedor como estudiante recién graduado. Pero a McCandless no le interesaban los honores, ni conseguir un trabajo bien remunerado. Su ambición era alejarse de la sociedad, rechazar el materialismo vacío de la clase media norteamericana y buscar la vida espiritual en la naturaleza. Fiel lector de Tolstoi, Jack London y Thoreau, soñaba con viajar a Alaska, internarse en sus montañas heladas y sobrevivir —como sus héroes— de lo que le ofreciera la caza, la recolección y la pesca. Hacia rutas salvajes, primer libro del periodista Jon Krakauer, reconstruye el viaje de McCandless a tierras de Alaska. Krakauer, articulista de publicaciones especializadas en excursionismo, tuvo conocimiento del caso McCandless y, atraído por la historia del joven explorador, entrevistó a decenas de personas que lo conocieron, leyó su diario de viaje y siguió la misma ruta hacia Alaska hasta llegar al autobús abandonado donde terminó la odisea del joven universitario.
McCandless, en su largo viaje, ejerció varios trabajos temporales para mantenerse. Krakauer entrevistó a personas que conocieron a McCandles en el camino y cuyos testimonios dan cuenta de la personalidad de un joven idealista y de voluntad férrea. McCandless, en abril de 1992, llegó al poblado de Fairbanks en Alaska. La última persona que tuvo contacto con él relató que llevaba poco equipaje, libros, un rifle y algunos bastimentos.
A partir de ese momento Krakauer sigue los pasos del explorador a través de su diario. El diario contiene entradas que dan cuenta de los 113 días que logró sobrevivir en Alaska, entradas que reflejan las dificultades que tuvo para conseguir alimento, la caza esporádica de algún animal y las desavenencias del clima, obstáculos que McCandless afrontaba con estoicismo, con la esperanza de realizar su meta y sobrevivir el mayor tiempo posible en Alaska. McCandless se internó en las montañas utilizando como base y refugio un autobús escolar abandonado. Después de un tiempo, agotado, con muchos kilos de menos, McCandless decidió salir en julio de su refugio para pedir ayuda. Pero el río Teklanika, que había cruzado cuando su caudal no estaba crecido, había aumentado su fuerza debido al deshielo del verano y no pudo vadearlo.
El 6 de septiembre de 1992, dos excursionistas y un grupo de cazadores encontraron una nota en la puerta del autobús: “SOS, necesito su ayuda. Estoy herido, cerca de morir, y demasiado débil para hacer una caminata. Estoy completamente solo, no es ningún chiste. En el nombre de Dios, por favor permanezcan aquí para salvarme. Estoy recolectando bayas cerca de aquí y volveré esta tarde. Gracias. Chris McCandless ¿Agosto?”
Dentro del autobús estaba el cuerpo del McCandless, pesaba apenas 30 kilos, probablemente llevaba muerto más de dos semanas, la causa oficial del fallecimiento fue inanición.
A raíz del libro de Krakauer el caso McCandless tuvo la resonancia suficiente para trascender los círculos de excursionistas de Estados Unidos. Muchos tildaron de soberbio e ingenuo a McCandless por internarse en un lugar para el cual no tenía el entrenamiento ni el equipo adecuado. Muchos exploradores extremos defendieron la búsqueda y el idealismo del joven universitario. Krakauer aventura una teoría en la que McCandless, al regresar al autobús después de no poder cruzar el río, habría comido semillas tóxicas confundiéndolas con bayas comestibles. Un error fatal que lo llevó a debilitarse aún más, circunstancia que —según Krakauer— le pudo haber pasado a cualquier explorador, por más experimentado que fuera. Más allá de teorías y reivindicaciones Hacia rutas salvajes de Jon Krakauer, además de combinar de forma brillante el reportaje, la crónica y el ensayo, utiliza el caso de Chris McCandless para reflexionar sobre las razones que llevan a una persona a abandonar su vida anterior, cortar todo vínculo con la sociedad para buscar una purificación espiritual, la revelación de la vida mediante la soledad y el enfrentamiento con la naturaleza. Krakauer, alpinista extremo y explorador, también ahonda en su historia personal para sondear las razones del idealismo de McCandless, los factores de su biografía que lo impulsaron a aumentar sus límites, ponerse a prueba ante obstáculos cada vez más insuperables, obstáculos que no permitían equivocaciones. La historia de McCandless recuerda la de Timothy Treadwell, un ecologista y documentalista que durante trece veranos convivió y filmó a los osos pardos de Alaska. Treadwell, una persona que pretendía conocer el lenguaje de los osos, un idealista que encontraba en Alaska el remedio a una juventud desbocada y que buscaba en los animales la compañía que no encontraba en la sociedad, terminó siendo atacado y devorado por un oso hambriento. Su historia inspiró el documental de Werner Herzog Grizzly man.
El 12 de agosto de 1992, Chris McCandless quizás en el umbral de la muerte por inanición, se encerró en el autobús abandonado, arrancó la página final del libro de memorias de Louis L’Amour, Educación de un hombre errante, y en la página posterior escribió: “he tenido una vida feliz y doy gracias al Señor. Adiós, bendiciones a todos”.

Pie de foto: McCandless en una fotografía con el autobús escolar.

Alejandro Badillo www.ciudadcultura.com


Tuesday, November 18, 2008

El hombre del Delta

Masri, el hombre del Delta
Youssef Al Quaïd Noguer y Caralt Editores
1era edición, 1994
Traducción de Teresa Clavel

La guerra de Suez fue un conflicto internacional, una de tantas guerras relámpago en Medio Oriente, que involucró a Francia, Inglaterra, Israel y Egipto. El canal de Suez, punto estratégico ubicado en Egipto, era utilizado por las potencias occidentales para el transporte de petróleo del Golfo Pérsico a Europa. En 1956 el oficial del ejército egipcio Gamal Abdel Nasser dio un golpe de estado contra el rey Faruk I y tomó las riendas del poder implantando una ideología anti-occidental y con acercamientos a las potencias socialistas. Al nacionalizar Abdel Nasser el canal en julio de 1956 creó una tensión adicional en la zona que desembocó en una invasión militar en territorio egipcio de parte de Francia, Inglaterra e Israel.
La guerra de Suez es el telón de fondo de Masri, el hombre del Delta, obra del egipcio Youssef Al Quaïd. Estructurada en seis capítulos, en el que cada uno de ellos corresponde a un personaje involucrado en la trama, la novela cuenta la cadena de eventos que provoca la decisión del alcalde de un pequeño pueblo en Egipto de no enviar a su hijo a cumplir el servicio militar. Para evitar el llamado a filas de su hijo, el alcalde -con la promesa de tierras y beneficios económicos- logra convencer al guarda de su finca para que envíe a su hijo, llamado Masri (o egipcio) en lugar del suyo. Una vez aceptado el intercambio, el alcalde ayudado por un personaje llamado "El emprendedor", que facilita documentos y papeles mediante sobornos, echa a andar un complejo entramado de complicidades que termina derrumbándose con la muerte de Masri en el frente de batalla durante la guerra de Suez.
Más allá de la estructura de la novela, que confronta la historia dando voz a los seis personajes principales, Youssef Al Quaïd utiliza la historia de Masri el hijo del guarda como una compleja alegoría donde se refleja la corrupción del gobierno que, en busca de un nacionalismo a ultranza, engaña a la población, olvida héroes y entierra el honor bajo el polvo del desierto egipcio. Mediante el juego de voces la novela da cuenta de debilidades, temores y, sobre todo, justificaciones. Los personajes corruptos, comenzando por la versión del alcalde que inicia la historia en el primer capítulo, justifican sus acciones, dan motivos familiares, un a la esperanza del guarda por ser dueño de su tierra y legar un mejor futuro a su familia. La voz de Masri llega pero por otros, por el amigo que lo conoce en la guerra y que descubre su verdadera identidad, por el oficial que sigue el caso y por el inspector que se enfrenta a trabas burocráticas para hacer justicia al caído y que, finalmente, es obligado a dejar la investigación por las autoridades militares. Masri, el hombre del Delta es la reconstrucción de un evento, una cadena de sucesos que van dejando al descubierto miserias, el azote del poder bajo el amparo de una guerra, la justicia sólo para la clase política y adinerada. Una vez descubierta la conjura, con Masri, el egipcio, muerto y el guarda del alcalde aceptando el destino de su hijo, sin honores, bajo el peso del olvido, sólo queda recordar un fragmento que escucha el inspector que sigue el caso: "He aprendido la lección: nuestro país es como los gatos que se comen a sus crías sin piedad. Las propias crías se comportan como animales, devorando el fuerte al débil. Observemos atentamente nuestro país actual. Es un mundo extraño, minado y seguro a la vez, simple y complejo, amable y detestable, saciado y hambriento".

Alejandro Badillo http://www.ciudadcultura.com/

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Thursday, November 06, 2008

INAUGURACIÓN PRÓXIMO SÁBADO ARRIBA DEL ALL DAY CAFÉ, EN EL CENTRO









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Tuesday, November 04, 2008

La Tumba



La tumba
José Agustín
Random House Mondadori
1era edición, 2007


La década de los sesenta fue origen de varias expresiones culturales etiquetadas posteriormente con el difuso nombre de "Contracultura". Los movimientos estudiantiles como el mayo Francés de 1968, la matanza de Tlatelolco, la guerra de Vietnam, la Revolución Cubana, los adelantos en telecomunicaciones y la experimentación con drogas fueron algunos de los elementos que motivaron nuevas búsquedas en el arte. En este marco la literatura mexicana no quedó ajena y varios jóvenes escritores, agrupados después por los críticos en el movimiento de "La Onda", comenzaron a escribir y publicar sus primeras obras. José Agustín, Parménides García Saldaña y Gustavo Sainz fueron los autores más visibles de una nueva generación que buscaba romper con el canon establecido, alejarse de formas de narrar tradicionales, herederas del canon realista y de la novela de la Revolución Mexicana. Estos autores, además de compartir referencias culturales y políticas, pertenecían a una creciente clase media, consecuencia del llamado "milagro mexicano" caracterizado por altas tasas de crecimiento económico, baja inflación, tipo de cambio controlado, ciudades en continua expansión, todo bajo el amparo de un poder hegemónico representado por un monolítico partido de estado. En ese contexto, en el año de 1964, se publica La tumba, primera novela de José Agustín (Acapulco, 1944). Originalmente un cuento, desarrollado en el taller de Juan José Arreola, La tumba narra la vida desbocada de un joven clasemediero llamado Gabriel Guía. Con un lenguaje coloquial, José Agustín da cuenta de las insatisfacciones de Gabriel Guía, que a falta de un modelo de autoridad se escuda en una rebeldía que, la mayoría de las veces, lo deja frustrado y con sentimientos de culpa. Miembro de una familia pudiente, dueño de un auto, rodeado de amigos que viajan al extranjero, ignorado por sus padres divorciados, el personaje se hunde en un vacío existencial que lo agobia y que parece representado con un "clic, clic" que oye en su cabeza y que lo acompaña hasta el final de la novela. La tumba, a través del personaje central, refleja una generación de jóvenes marcada más que por ideologías políticas o idealismos, por la ruptura generacional, la búsqueda infructuosa de nuevos modelos a seguir, por el cambio del paradigma familiar. Una generación que también supo ser solidaria e influir en los cambios sociales que fueron fundamentales en las décadas por venir, pero que, con el paso del tiempo, fue quedando aislada en su discurso, enfrentada a su vez con nuevos cambios que la condujeron a un callejón sin salida, donde quedó sólo nostalgia, la sentencia que afirma que todo tiempo pasado fue mejor. Por eso algunas de las novelas emblemáticas de "La Onda" no han resistido el paso del tiempo. Empecinadas en demostrar su frescura, en dar cabida a los adelantos tecnológicos de la época, en clichés culturales, fueron presa de las mismas fórmulas que intentaron romper. Por eso, al paso de los años, muchos de los remanentes de "La Onda" quedaron en irreverencias fáciles, en la complacencia de los autores. Quizá La tumba, ha soportado mejor el paso del tiempo por su dosis de ingenuidad, por su atmósfera confesional, casi una sutil llamada de auxilio, un sentimiento de orfandad con el que se siguen identificando los jóvenes lectores.
Alejandro Badillo ------ www.ciudadcultura.com